Leslie Dardel

Hola viajeros, soy Leslie. Suiza de nacionalidad, nacida en Colombo, Sri Lanka en 1984 y actualmente viviendo en la preciosa isla de Mallorca, España.

Mi historia

Llevo más de 15 años trabajando en el sector turístico. Hablo 6 idiomas y me encantaría aprender alguno más.

Soy cazadora de cascadas, de amaneceres y atardeceres. Amante de las aguas color azul turquesa y un poco aventurera.

Me iréis conociendo a lo largo de mis relatos que os dejaré por aquí.
Pero os puedo afirmar que desde siempre he sido viajera. Pasión que me han trasmitido mis padres desde el primer vuelo a EEUU cuando aún no había cumplido ni el año.

Ellos siempre han sido viajeros y ha sido imposible no caer en la adicción de conocer nuevos destinos y cuantos más mejor.

Me apasiona la naturaleza, los animales, la fotografía y la cocina. Pasiones que son la fusión perfecta para vivir los viajes con intensidad y para crear recuerdos únicos alrededor del mundo.

No me gustan las injusticias, la violencia y la gente que te intenta desviar de tus sueños con el argumento de que todos debemos seguir un mismo patrón porque la sociedad lo espera de uno.
No es cuestión de ir contra corriente siempre, pero si que es cuestión de ser fiel a ti mismo y al camino que eliges para ti en esta vida.

Creo firmemente que viajar y conocer mundo fomenta tener una mentalidad abierta, la tolerancia y la empatía. El entendimiento de que todos somos diferentes, únicos y especiales, dando igual la raza, la religión y el estado de tu economía.

Para mi la riqueza más grande que podemos adquirir no son cosas sino conocer culturas distintas, ver paisajes diversos, conectar con la naturaleza y sentir que todos somos parte se este globo azul llamado tierra.

Viajar me lleva a conocerme a mi misma, a fondo. Me lleva a mis límites y muchas veces me hace superarlos. Me hace sentirme libre.

El propósito de este blog es transmitir lo que siento cuando viajo, dejaros consejos útiles para vuestra siguiente aventura, compartir los moments bonitos de película y los momentos duros cuando nada sale como habías planificado. Creo quien más quien menos sabe de que hablo. ¿Verdad?
Ese vuelo perdido, esa maleta que no llega. La cucaracha que pasó a saludarte en el b&b que cogiste a lo rápido para pasar la noche porque decidiste esperar demasiado para coger el alojamiento decente que habías visto hace meses y en el que llegado el momento, ya no quedaba sitio.

Las eternas esperas en los aeropuertos, el no haber dormido en horas, dejando ya de contar las zonas horarias por las que has pasado. De escala en escala y con el estómago patas arriba porque ya no sabes si estas desayunando o cenando. ¿Pero, a que al final siempre vale la pena? Cuando, al amanecer, pisas ese templo que siempre quisiste ver. Estar en la playa de tus sueños, coco fresco en mano, viendo un atardecer de mil colores. O las vistas desde la cima de esa montaña a la que pensabas que nunca llegarías, dejándote medio cuerpo por el camino. El primer bocado de la comida exótica que siempre quisiste probar. Ver la flora y fauna que hasta el momento lo más cerca que la habias visto era desde tu sofa, en la pantalla de tu televisor, durante un documental de domingo por la tarde.

A los que amamos viajar, eso es lo que nos llama, planificar ese itinerario, imaginarnos mil veces en los lugares que queremos ver, ese momento de aterrizar en un destino nuevo, respirar el aire de un país desconocido, saber que ahora empieza la aventura pero sin saber lo que te espera realmente, ni que sorpresas te vas a llevar.

Os invito a seguirme en la intención de seguir acumulando experiencias dejando mis huellas alrededor del mundo.